¿Por qué escondemos nuestras estrías?
- esserebodyspa
- 10 oct
- 2 Min. de lectura

¿Alguna vez has trazado las líneas de tu piel y te has preguntado por qué las escondes?
Las estrías son curiosas: a la vez tan personales, y sin embargo tan universales. Todos los cuerpos las tienen. Y aun así, muchos de nosotros las ocultamos bajo la ropa o evitamos los espejos.
La historia nos muestra que los cuerpos siempre han llevado historias.
En algunas culturas, las marcas y cicatrices eran motivo de celebración — prueba de supervivencia, de crecimiento, de maternidad. En otras, eran motivo de susurros, de telas que las cubrieran, de vergüenza. ¿Por qué?
Porque nos recuerdan momentos de los que no nos sentimos orgullosos, momentos en los que luchamos, cambiamos, o crecimos.
La psicología nos ofrece otro lente.
Estas líneas pueden funcionar como sombras: cargan memoria, a veces incluso culpa o vergüenza.
Pero la conciencia transforma el miedo.
Piensa en Eros, en la mitología griega: el deseo comienza como una persecución — el cazador busca sin ver del todo al otro. Luego llega el reconocimiento: el momento en que el cazador ve al otro como un ser completo y consciente.
Nuestras estrías son así.
Al principio las ocultamos, las evitamos — la persecución, el miedo a ser vistas.
Pero cuando las miramos de frente, o cuando alguien nos ve con ternura, entramos en el reconocimiento.
Dejan de ser una vergüenza para volverse una historia: un mapa de resiliencia y de vida.
Y dentro de la cabina — ese espacio oculto e íntimo dentro de nosotras — nos encontramos con esas marcas, esos recuerdos, y la plenitud de nuestros cuerpos.
La cabina es un lugar de testimonio, de descubrimiento, de poder femenino silenciosamente reconocido.
Aquí, nada se oculta a la atención suave;
aquí, nuestras historias son honradas.
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